Aunque pareciera un término relativamente nuevo para muchos de las y los mexicanos, la Revocación de Mandato es un instrumento de participación democrática que desde hace tiempo existe en otros escenarios y contextos del mundo. Un ejemplo de ello es Suiza, país que desde mediados del año 1800 cuenta con este mecanismo en la esfera local.

El argumento principal es tan simple como entender que, así como tenemos el derecho de elegir a nuestros gobernantes, se tiene el mismo derecho para removerlos. En otras palabras, la Revocación de Mandato nos dará la oportunidad de que ningún gobernante se sienta intocable durante su período.

Es el instrumento de participación solicitado por la ciudadanía para determinar la conclusión anticipada en el desempeño de la persona titular de la Presidencia de la República, a partir de la pérdida de la confianza.

¿Y EN MÉXICO?

En el ámbito nacional, no hay precedente de un hecho de esta naturaleza, pues desde este 10 de Abril de 2022 en adelante, como ciudadanas y ciudadanos, tendremos el poder de decidir la continuidad de nuestros representantes por causales como la corrupción, la ineficiencia, la impunidad, y similares; ya no será obligatorio tenerlos seis años, si a la mitad de su administración no demuestran capacidad para resolver, que mejor se vayan. De esta forma, en el futuro podremos prescindir de malos gobiernos antes de que sea tarde.

Sin lugar a dudas, todavía falta un largo trecho para consolidar este tipo de ejercicios, sin embargo, debemos de seguir avanzando hacia una democracia más sólida. Como jóvenes, no podemos dejar pasar la oportunidad de ser partícipes e involucrarnos en los temas de interés nacional.

Queda el gran reto de trasladar este mecanismo a los gobiernos estatales y municipales; que todas y todos nuestros gobernantes estén bajo el escrutinio de sus gobernados.

Pese a que existen personas que no apoyan este ejercicio, es necesario participar para que quede antecedente y podamos decidir sobre la continuidad de un proyecto o no en los procesos venideros. En el horizonte, se visualiza un futuro que no esté condenado a repetir los errores del pasado.