Sesenta años entre la madera

Nemesio Figueroa Castro "Nene Figueroa"

Nemesio Figueroa Castro, el “Nene Figueroa”, como lo conocemos todos en Álamos, nos recibió en la cocina de su casa, sita en el tradicional y viejo barrio de Las Delicias, al oriente de la ciudad, en una fresca mañana de diciembre. La imagen y conocimiento que tenemos de él es la de un señor muy católico, ministro de la eucaristía por muchos años, y el mejor para hacer churros en la ciudad, los cuales vendía en Día de Muertos y en diciembre, durante las fiestas patronales. Pero en esta ocasión venimos a platicar con él sobre la profesión que le ha permitido sostenerse toda la vida: la carpintería.

OFICIO HEREDADO

Empecé quizás como de unos veinte años, porque anduve trabajando primero en las huertas, bajando fruta, yo era el que me subía a los árboles y después empecé a trabajar la carpintería. Fui el primero que empezó a tallar la madera, a hacer flores, y de ahí aprendió Nico mi hermano. Él se dedicó más a eso, le adelantó más a eso, incluso a hacer esculturas”.

El Nene nos cuenta que el oficio lo aprendió de su papá, quien hacia 1954 comenzó a hacer sillas de guásima, un árbol muy abundante en el monte alamense. Su papá mejoró sus conocimientos en la carpintería de Lucas Caballero, y posteriormente instaló la propia en 1966, donde trabajaron y aprendieron, “sólo de ver”, él y sus tres hemanos: Nicolás, Rafael y Francisco (+). Por entonces solamente contaban con una sierra y una broca, pero al poco tiempo su papá construyó una sierra circular -que todavía usan-, y un torno.

“Yo fui el primero que torneé, nunca vimos como se torneba. Primero atornillaba en el banco donde trabajaba las piezas... Después ya hicimos el torno que todavía existe, está arrumbado, pero todavía está. En ese tenía ya una guía donde ponía los formones, las cuchillas... Antes había tornos de pedal, eran un armazón tremendo, también había de poleas para darle vuelta... Hoy el torneador ya no mide, con máquina de computación solo se hace...”.

El pasado 22 de julio cumplió 80 años, de los cuales tiene alrededor de sesenta dedicados a la carpintería, aunque nos dice que “Ya trabajo muy poco en la carpintería, ahorita trabajo más con la miel... lo que más me gustaba era tornear y el tallado de madera, que es a puro cálculo, tú le escarbas hasta que ya está vaciada toda la flor, con el puro ojo... La madera que más usamos es palo chino, mezquite y sabino, de aquí de Álamos. También cedro, ese lo traen de Baboyahui Álamos. El pino lo bajan de Milpillas, Chihuahua, aunque también traen de Navojoa...”.

Uno de los trabajos que nos contó con orgullo, fue la restauración de las puertas del templo de Álamos hará unos 15 años: “Miden como cinco metros de alto, las compusimos con madera de sabino y de cedro. Una era de pino, la del lado de la calle Comercio, así que la hicimos toda nueva”. De hecho, la mesa de la cocina donde nos atendió, era una de las hojas de esa puerta de pino que antaño estuvo en la iglesia.

Actualmente, la carpintería de los Figueroa es trabajada principalmente por sus hermanos Nicolás y Rafael, así como por sus hijos y sobrinos, quienes perpetúan el legado familiar.

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