Una narrativa crítica a favor del feminismo

Elizabeth Cejudo Ramos

Crecí en el seno de una familia de clase trabajadora y soy la segunda de tres hermanas: Arlene y Denisse, todas hijas de Rosa Ramos y Juan Cejudo, para quienes siempre fue prioridad nuestra formación educativa, aun en tiempos cuando las dificultades económicas hacían muy compleja la misión.

Estudié la primaria en tres ciudades (Navojoa, Irapuato y Hermosillo), el resto de mi educación básica pasó sin mucha pena ni gloria, tampoco rumbo definido; sabía que quería escribir, que quería decir algo, pero no sabía bien a bien qué era.

DEL REPORTEO A LA INVESTIGACIÓN

Mis ganas de saber y decir me llevaron a la Licenciatura en Comunicación de la Universidad de Sonora, la idea de ser reportera y luego escribir artículos que me invitaran a viajar y conocer diferentes lugares y personas me atraía, pero luego descubrí las clases que abordaban la teoría de la comunicación y la materia de metodología, haciendo el protocolo para una (fallida) tesis encontré el amor por la investigación.

Pensé que finalmente me hallaba en el espacio de enunciación correcto. En la Universidad también conocí la maternidad y el feminismo. Ambos me empujaron a construir una trayectoria de vida en la que constantemente revisitaba la noción de ser mujer. Mi hija creció entre marchas y ahora las organiza; no puedo sentirme más orgullosa.

Cuando fue necesario entrar al mercado laboral, encontré un lugar en el periodismo, donde recibí formación muy valiosa, que a la fecha sigo aprovechando. Ahí, en el campo de la reporteada, me encomendaron entrevistar a periodistas, de la nueva y vieja guardia, para conocer sus percepciones sobre el oficio. Y me surgieron preguntas: ¿por qué si hay más mujeres en el campo no somos mayoría en las direcciones de medios? ¿Siempre ha sido así? Estas cuestiones, el ánimo de retomar el camino académico y el invaluable apoyo de la familia, me llevaron en 2005 a estudiar la Maestría en Ciencias Sociales de El Colegio de Sonora; elegí la especialidad en Métodos de Investigación Histórica. No había pasado una semana de clases cuando supe que, ahora sí, había encontrado mi lugar. Ahí desarrollé una tesis que eventualmente se convirtió en mi primer libro: Mujer, periodismo y opinión pública. El caso de los periódicos El pueblo y El Tiempo de Hermosillo (1934-1938), para ello encontré el apoyo de profesorado y la sororidad de mujeres que desde entonces siguen siendo mis amigas.

En la tesis de maestría, que empezó siendo sobre periodistas, encontré la historia de las mujeres y tomé la decisión de trabajar desde ahí: exploré la participación de maestras, obreras, artistas y sindicalistas. Junto a Leyla Acedo y Mercedes Zúñiga, escribimos varios trabajos que daban cuenta de la activa participación femenina en la configuración del Estado-Nación en el Sonora posrevolucionario. Siempre tuve el pendiente de estudiar a las mujeres que no se identificaban con el proyecto de la Revolución, las mujeres que combatieron las políticas anticlericales; en algún documento se referían a ellas como “insignificantes beatas” y la idea me voló la cabeza. Pero tuve que dejarla en pausa.

HISTORIA, INVESTIGACIÓN Y GÉNERO

La pausa llegó a su fin en agosto de 2015, cuando inicié el Doctorado en Historia en la Universidad Nacional Autónoma de México (¡Goya!). Ahí desarrollé el proyecto que se convertiría en mi segundo libro de autora: “El gobierno no puede más que Dios”. Género, ciudadanía y conflicto Iglesia-Estado en el Sonora posrevolucionario, editado por la Universidad de Sonora, donde desde hace cinco años me desempeño como profesora del Departamento de Historia y Antropología. Ahí también apoyo en la coordinación de El Baúl de Pesqueira, un programa radiofónico producido por estudiantes del Departamento.

En mi trayectoria, que considero corta, he tratado siempre de participar en proyectos de divulgación, tal vez por mi formación de comunicóloga. He colaborado con diferentes medios de comunicación, en la producción de cápsulas y otros productos audiovisuales. Me siento particularmente orgullosa de pertenecer al comité organizador de la Red Iberoamericana de Historiadoras, en la que reconocemos que todavía no hay piso parejo y creamos una plataforma para nuestras colegas y sus proyectos, bajo el lema “Nosotras hacemos historia”.

Actualmente estoy explorando la participación de las mujeres sonorenses en otros periodos y procesos. La historia siempre se hace desde el presente y a partir de lo que nos interpela. Reconocer las resistencias y negociaciones interpuestas por el sector femenino ante el ser mujer/es nos indica que esta es una construcción inestable, no fija, movida siempre por la agencia humana. Lo ha sido en el pasado y lo es en el presente. Reconocer esos procesos y visibilizarlos a través de narrativas críticas es nuestra contribución desde la historia para los feminismos.

Espero que esta conmemoración del 8M sea un recordatorio no solo de las grandes luchas encabezadas por las mujeres, también de las pequeñas, de las agencias invisibles, de las complicidades, de la sororidad, de las amigas, las hermanas, las madres, las hijas, que sostienen todo y, por lo menos a mí, me han mantenido siempre de pie.
Pre-loader
Pre-loader