CIENCIA CON INCIDENCIA SOCIAL

Dra. Graciela Caire Juvera

Directora General del CIAD

Dra. Graciela Caire Juvera
Pocos son los sucesos cuya trascendencia histórica representan un punto de inflexión en nuestra forma de comprender el mundo. Para la humanidad, la irrupción de la covid-19 significó un evento que puso en jaque nuestro statu quo y obligó a una transformación acelerada de modelos tecnológicos, de salud pública y de política económica, entre muchos otros. Uno de ellos ha sido la revolución de paradigmas educativos y el reconocimiento del acceso universal al conocimiento como pilar fundamental del desarrollo social.

La urgencia a la que se enfrentó la sociedad global para encontrar tratamientos terapéuticos contra la enfermedad ocasionada por el virus SARS-CoV-2 puso en relieve la importancia de la ciencia como uno de los principales baluartes que sostienen la supervivencia de nuestra especie. La pandemia trajo consigo la certeza de que en la ciencia reside un espíritu vocacional que busca el bien común y el bienestar de todas las personas sin distingos.

En ese sentido, desde su creación en 1981, el Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) ha concentrado sus esfuerzos en realizar labores científicas, tecnológicas y docentes que coadyuvan a garantizar el derecho humano a la ciencia. Esto se refleja en la formación altamente especializada en sus maestrías y doctorados en Ciencias y en Desarrollo Regional, que han graduado a más de mil quinientas mujeres y hombres de todo México, así como en los proyectos de investigación que han beneficiado a la sociedad a través de la generación de conocimiento científico que realizan los más de doscientos investigadores e investigadoras que conforman la planta académica del Centro en sus diferentes sedes (Hermosillo y Guaymas, Sonora; Culiacán y Mazatlán, Sinaloa; Ciudad Cuauhtémoc y Delicias, Chihuahua; Pachuca, Hidalgo, y Tepic, Nayarit).

UNA NUEVA ERA

Como Centro Público de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el CIAD está llamado a redoblar sus esfuerzos para continuar trabajando en la visión de ser una institución referente a nivel nacional e internacional por su contribución a la nutrición, salud, seguridad, soberanía y sustentabilidad alimentarias del país. Igual de trascendente es su labor en comunidades para revalorizar el territorio y los aportes de la composición social, cultural, económica y natural, en aras de un desarrollo regional y nacional equitativo y sustentable que beneficie al conjunto de la sociedad, con énfasis en los sectores más vulnerables.

Tener la oportunidad de encabezar la Dirección General del CIAD es para mí un gran honor, el mayor compromiso en mi vida profesional. Esto implica continuar con una visión transformadora en todos los aspectos de la vida pública, incluidas las ciencias, tecnologías y humanidades, poniendo a las personas como beneficiarias de todo este esfuerzo, traducido en nuestro ámbito como una retribución a la sociedad para lograr su bienestar y felicidad.

El hecho de ser la primera mujer en ocupar dicha titularidad en cuarenta años de existencia del Centro, rompe un “techo de cristal” y abre brecha para futuras generaciones de mujeres, cuya participación en la vida pública del país es indispensable para construir una sociedad más justa e igualitaria para todas las personas.

En ese tenor, me honra poder dirigir los talentos de las y los investigadores del CIAD, pues en la antesala del debate legislativo sobre la iniciativa de Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación que se discutirá en nuestro país, vale la pena recordar que la misión de todas las academias es hacer ciencia con incidencia social, pues la grandeza de las instituciones solo puede ser medida en función del impacto positivo que reflejen en la ciudadanía.

En esta nueva era contamos con la preparación y el compromiso de continuar haciendo ciencia con pertinencia, humanismo y, sobre todo, en beneficio de la sociedad mexicana.

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