Una voz a favor del feminismo

Leticia Burgos

Oriunda de Ciudad Obregón, hija de Ramiro Burgos y Enriqueta Ochoa, sinaloenses que llegan al Valle del Yaqui en los 50, de una familia sencilla que le brinda estudios universitarios y una formación cívica manifiesta en un amplio espectro de espacios como mujer, madre, política, defensora, activista, profesional y parlamentaria.

La remembranza lleva a aquellos ayeres de los 80 en que se recrudece la represión y la persecución a los movimientos sociales, a Leticia Burgos le toca presenciar la fuerza “del estado” en grupos de choque conocidos como los micos y una banda feroz de perros dóberman amaestrados dispuestos a destrozar vidas de una generación de cambios que libra el embate.

ACADEMIA Y ACTIVISMO

Después de brindar su servicio como profesora en la Preparatoria Popular Valle del Yaqui, -proyecto que ofreció a cientos de jóvenes humildes la posibilidad de estudios- enfrenta una migración forzada, siendo profesora en la Normal Superior de la Cuenca Lagunera y posteriormente ejerce como investigadora en la Universidad Autónoma de Guerrero, ese conocido aguerrido pueblo sureño.

Por primera vez asume una militancia con el resurgimiento de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria ACNR. Asimismo, participa en la construcción de la Unidad Popular Guerrerense y en el Frente Democrático Nacional que lleva al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano a la candidatura a la Presidencia de la República en 1988; proceso que fue el preámbulo de la creación del Partido de la Revolución Democrática. En ese mismo año, Leticia da a luz a su hija Victoria, que lleva el nombre de la gesta heroica de la victoria del 6 de julio de 1988, en la cual la secuela de boletas regadas por la sierra como por los ríos, llegan a la tribuna del Congreso de la Unión para ser incendiada, con el firme propósito, “según”, de no dejar huella de la mayor infamia cometida a la voluntad ciudadana en la historia del constitucionalismo democrático en México: El fraude electoral de 1988.

ENTRE LA LUCHA Y LAS PROPUESTAS

En contacto con sus pares juveniles de aquella generación de La Macuchi y de la democratización de la Universidad de Sonora, emprende su carrera política que, sin precedente, llega a la Cámara Baja del Congreso de la Unión en 1994. Con escasos meses del nacimiento de su segundo hijo, Humberto, enfrenta la triple jornada en un Congreso carente de condiciones para desempeñar la labor parlamentaria de mujeres políticas, que sin embargo, su participación le marca hechos que le cambian el rostro al país entero, las masacres de Aguas Blancas y El Charco, y su ruta por una agenda de los derechos humanos, por la democracia, la igualdad, la justicia y la paz que, posteriormente a su arribo al Senado de la República en el año 2000 los coloca como sus irrenunciables.

Es fundadora de la Red Feminista Sonorense, red que une esfuerzos en colaboración con otras colectivas para hacer realidad proyectos que a partir del 2020 se consolidan y se acude al llamado de Las Constituyentes Mx, para configurar en lo local La Observatoria Ciudadana Todas Mx-Sonora, que es una red amplia de 42 colectivas que impulsa la agenda de los derechos humanos de las niñas y las mujeres, que se logra signar con Instituciones, como el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Sonora y de la cual forma parte la experiencia reciente de la iniciativa popular de la 3 de 3 vs. la violencia, hoy Ley 170, la cual se aplicará en el proceso electoral en turno del 2024 y a todo proceso de elegibilidad y nombramientos de los tres poderes del Estado: los dos niveles de Gobierno y a los organismos autónomos.

La agenda y la semblanza de Leticia Burgos deja huella en dos obras escritas, aún inéditas bajo su coordinación: “En Juego Nuestra Propia Historia: Memorias de la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres en Sonora”, tomo I y II, 2018 y 2021, respectivamente. Recibe en el 2022 la presea “El poderío de las mujeres sonorenses” en la categoría de mujer en la política, por el Congreso del Estado de Sonora.
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