JULIA ROMERO

GUARDIANA DE LA CREATIVIDAD GUARIJÍA

Julia Romero Zazueta tardó un rato en abrir la puerta de su casa y cuando se mostró ante nosotros su rostro parecía guardar un misterio: como si hubiera concluido con un poderoso rezo o finalizada una reflexión profunda… Después de un apacible silencio aparecieron los saludos, las presentaciones y la hospitalidad natural de la gente que habita los espacios abiertos ya sean estos valles, costa o el medio rural en general; pero esta vez estábamos en la Sierra de Álamos, a un kilómetro de San Bernardo, en San José para ser exactos.

Imposible no tomar agua de la tinaja de barro de la estancia al aire libre en la que nuestra anfitriona nos recibe. Sí tomen, está fresca. Los milagros también se beben. Nos presentamos, ella es Julia Romero, tiene 46 años y su oficio tiene mucho que ver con la felicidad que nos conecta con ser o haber sido niña o niño: confecciona muñecas y en ocasiones experimenta diseñado otros juguetes. Esas coloridas monitas son las que entretienen a la infancia guarijía, es decir su diseño y elaboración obedece al que las mujeres de esa etnia sonorense han dado al juguete.

Así que Julia Romero, a través de sus confecciones y diseños es guardiana de las creaciones que las mujeres guarijías han elaborado por decenas y decenas de años. Siendo Julia una niña, de su madre Marina Zazueta fue de quien aprendió el oficio. “Yo primero hago el vestido y después a la muñeca. También se hace el molde, se rellena. Ninguna es igual, les pongo vestidos floreados. Soy la única que hace muñecas, le enseñé a algunas mujeres de aquí pero no continuaron, a lo mejor no les interesó. Esto a mí me gusta mucho y lo voy a hacer siempre”.

TEJER LA BELLEZA

San José está a más de una hora de Álamos, pero el autobús en que el que se viaja para continuamente en la carretera a subir pasaje. Navojoa está a más de dos horas y media de San José. Julia compra la tela, el hilo, el algodón y los demás insumos con que fabrica sus muñecas en estos dos municipios. Cada muñeca es hecha totalmente a mano y lleva dos días terminar solo una. Se debe pensar muy bien antes de regatear el producto de su trabajo a hombres y mujeres como Julia.

“También hago manteles y servilletas que tejo en punta de cruz. A veces vienen personas aquí a comprarme lo que hago y otras las adquieren en los encuentros de artesanos a los que me invitan. Me han llevado a México (CDMX), allá gustaron mucho mis muñecas se me acabaron cuando fui. Una vez mis muñecas ganaron un concurso de artesanías aquí en Sonora. Me han invitado a Hermosillo, Obregón… Y aquí en el Festival Ortiz Tirado de Álamos vamos cada año. Ahí nos vemos con las compañeras de otras partes, nos mostramos el trabajo y a veces intercambiamos lo que hacemos. Me gusta mucho el trabajo de las mujeres seris, esas grandes canastas, sus collares. El de las yaquis, las mayos…”

No se puede menos que detener los ojos en la parsimonia de las manos de Julia, esas manos que son capaces de crear una cascada de colores con las que viste sus muñecas a sus manteles. Ella ahí sentada después de vestir a una mesa con su trabajo para que hagamos una foto, a sus espaldas se asoma en la imagen la mansedumbre del monte que espera la lluvia del verano de la sierra alamense. Es julio y el agua ha tardado en caer.

Nos vamos, atravesamos San José y en la ramada del pueblo parece que Julia está bailando junto a las mujeres de su pueblo, esa danza ritual que realizan para honrar la femineidad de las guarijías con la tierra, la oscuridad y la fertilidad: el Tuburi. Ella nos contó que en las fiestas le cantan a la luna, a los animales silvestres y que es un buen momento para ser felices y agradecer. Es bueno saber que una parte muy importante de la cultura de los guarijíos se resguarda en las manos y la creativida de Julia Romero Zazueta. /p>

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